JUAN RAMON JIMÉNEZ

(Moguer 1881-San Juan de Puerto Rico 1958)

 

 

PASTORALES

(1903-1905)

 

        Ya están ahí las carretas...

-Lo han dicho el pinar y el viento,

lo ha dicho la luna de oro,

lo han dicho el humo y el eco...-

Son las carretas que pasan

estas tardes, al sol puesto,

las carretas que se llevan

del monte los troncos muertos.

¡Cómo lloran las carretas,

camino de Pueblo Nuevo!

Los bueyes vienen soñando,

a la luz de los luceros,

en el establo caliente

que sabe a madre y a heno.

Y detrás de las carretas,

caminan los carreteros,

con la ahijada sobre el hombro

y los ojos en el cielo.

¡Cómo lloran las carretas,

camino de Pueblo Nuevo!

En la paz del campo, van

dejando los troncos muertos

un olor fresco y honrado

a corazón descubierto.

Y cae el ánjelus desde

la torre del pueblo viejo,

sobre los campos talados,

que huelen a cementerio.

¡Cómo lloran las carretas

camino de Pueblo Nuevo!

 

EL SILENCIO DE ORO

(1911-1913)

 

1

Hora inmensa

 

Sólo turban la paz una campana, un pájaro...

Parece que los dos hablan con el ocaso.

Es de oro el silencio. La tarde es de cristales.

Mece los frescos árboles una pureza errante.

Y, más allá de todo, se sueña un río límpido

que, atropellando perlas, huye hacia lo infinito...

¡Soledad! ¡Soledad! Todo es claro y callado...

Sólo turban la paz una campana, un pájaro...

El amor vive lejos... sereno, indiferente,

el corazón es libre. Ni está triste, ni alegre.

Lo distraen colores, brisas, cantos, perfumes...

Nada como en un lago de sentimiento inmune...

Sólo turban la paz una campana, un pájaro...

¡Parece que lo eterno se coje con la mano!

 

SONETOS ESPIRITUALES

(1914-1915)

 

1

Primavera

Abril, sin tu asistencia clara, fuera

invierno de caídos esplendores;

mas aunque abril no te abra a ti sus flores,

siempre exaltarás la primavera.

Eres la primavera verdadera:

rosa de los caminos interiores,

brisa de los secretos corredores,

lumbre de la recóndita ladera.

¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,

abrazados los dos, sea tu risa

el surtidor de nuestra sola fuente!

Mi corazón recojerá tu rosa,

sobre mis ojos se echará tu brisa,

tu luz se dormirá sobre mi frente...

 

ESTÍO

(1915)

 

Yo no sé cómo saltar

de la orilla de hoy

a la orilla de mañana.

El río se lleva, mientras,

la realidad de esta tarde,

a mares sin esperanza.

Miro al oriente, al poniente,

miro al sur y miro al norte...

Toda la verdad dorada

que cercaba al alma mía,

cual con un cielo completo,

se cae, partida y falsa.

...Y no sé cómo saltar

de la orilla de hoy

a la orilla de mañana.

 

ETERNIDADES

(1916-1917)

 

¡Intelijencia, dame

el nombre exacto de las cosas!

... Que mi palabra sea

la cosa misma

creada por mi alma nuevamente.

Que por mí vayan todos

los que no las conocen, a las cosas;

que por mí vayan todos

los que las olvidan, a las cosas;

que por mí vayan todos

los mismos que las aman, a las cosas...

¡Intelijencia, dame

el nombre exacto, y tuyo,

y suyo, y mío, de las cosas!

 

SONETOS ESPIRITUALES

(1917)

PRIMAVERA

 

Abril, sin tu asistencia clara, fuera

invierno de caídos esplendores;

mas aunque abril no te abra a ti sus flores,

siempre exaltarás la primavera.

 

Eres la primavera verdadera;

rosa de los caminos interiores,

brisa de los secretos corredores,

lumbre de la recóndita ladera.

 

¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,

abrazados los dos, sea tu risa

el surtidor de nuestra sola fuente!

 

Mi corazón recojerá tu rosa,

sobre mis ojos se echará tu brisa,

tu luz se dormirá sobre mi frente...

 

LA ESTACIÓN TOTAL

(1946)

 

EL OTOÑADO

 

Estoy completo de naturaleza,

en plena tarde de áurea madurez,

alto viento en lo verde traspasado.

Rico fruto recóndito, contengo

lo grande elemental en mí (la tierra,

el fuego, el agua, el aire), el infinito.

 

Chorreo luz: doro el lugar oscuro,

trasmino olor: la sombra huele a dios,

emano son: lo amplio es honda música,

filtro sabor: la mole bebe mi alma,

deleito el tacto de la soledad.

 

Soy tesoro supremo, desasido,

con densa redondez de limpio iris,

del seno de la acción. Y lo soy todo.

Lo todo que es el colmo de la nada,

el todo que se basta y que es servido

de lo que todavía es ambición.

 

 

ANIMAL DE FONDO

(1949)

 

LA TRASPARENCIA, DIOS, LA TRASPARENCIA

 

Dios del venir, te siento entre mis manos,

aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa

de amor, lo mismo

que un fuego con su aire.

 

No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo,

ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano;

eres igual y uno, eres distinto y todo;

eres dios de lo hermoso conseguido,

conciencia mía de lo hermoso.

 

Yo nada tengo que purgar.

Toda mi impedimenta

no es sino fundación para este hoy

en que, al fin, te deseo;

porque estás ya a mi lado,

en mi eléctrica zona,

como está en el amor el amor lleno.

 

Tú, esencia, eres conciencia; mi conciencia

y la de otros, la de todos,

con forma suma de conciencia;

que es la esencia de lo sumo,

es la forma suprema conseguible,

y tu esencia está en mí, como mi forma.

 

Todos mis moldes, llenos

estuvieron de ti; pero tú, ahora,

no tienes molde, estás sin molde; eres la gracia

que no admite sostén,

que no admite corona,

que corona y sostiene siendo ingrave.

 

Eres la gracia libre,

la gracia del gustar, la eterna simpatía,

el gozo del temblor, la luminaria

del clariver, el fondo del amor,

el horizonte que no quita nada;

la trasparencia, dios, la trasparencia,

el uno al fin, dios ahora sólito en lo uno mío,

en el mundo que yo por ti y para ti he creado.

 

TAL COMO ESTABAS

 

En el recuerdo estás tal como estabas.

Mi conciencia ya era esta conciencia,

pero yo estaba triste, siempre triste,

porque aún mi presencia no era la semejante

de esta final conciencia.

 

Entre aquellos geranios, bajo aquel limón,

junto a aquel pozo, con aquella niña,

tu luz estaba allí, dios deseante;

estabas a mi lado,

dios deseado,

pero no habías entrado todavía en mí.

 

El sol, el azul, el oro eran,

como la luna y las estrellas,

tu chispear y tu coloración completa,

pero yo no podía cojerte con tu esencia,

la esencia se me iba

(como la mariposa de la forma)

porque la forma estaba en mí

y al correr tras lo otro la dejaba;

tanto, tan fiel que la llevaba,

que no me parecía lo que era.

 

Y hoy, así, sin yo saber por qué,

la tengo entera, entera.

No sé qué día fue ni con qué luz

vino a un jardín, tal vez, casa, mar, monte,

y vi que era mi nombre sin mi nombre,

sin mi sombra, mi nombre,

el nombre que yo tuve antes de ser

oculto en este ser que me cansaba,

porque no era este ser que hoy he fijado

(que pude no fijar)

para todo el futuro iluminado

iluminante,

dios deseado y deseante.